Una mirada atrás. Por Juan A. Salas
Una ventana que nos muestre de vez en cuando nuestro pasado, nos puede enseñar a apreciar lo que tenemos y también lo que hemos de corregir. Siempre, desde la óptica de la mejora continua en nuestros conocimientos y en nuestra formación, debemos tratar de sacar jugo a la experiencia y aprender de los errores pretéritos. En un escrito como el que sigue, podemos ver lo que ha significado en algunos aspectos el cambio de época, la mentalidad y las formas de dirigirse a los ciudadanos de un Alcalde durante la dictadura, representado en este caso por la iniciativa D. Francisco Camacho Ponce, en 1963. No tiene desperdicio.
HABLA EL ALCALDE
"Todos los niños en edad escolar (hasta los 14 años) que a partir de la hora de terminación de la sesión infantil de cine ( 10,30 a 11 de la noche, en verano) se encuentren deambulando por calles y plazas, bien aisladamente o formando grupos con otros compañeros de su edad, sin el acompañamiento de sus padres, así como su permanencia en bares y lugares públicos o de recreo, serán recogidos por los Agentes de mi Autoridad, que le tomarán su filiación y los retendrán en el cuartelillo de la Guardia Municipal, hasta tanto sus padres “se acuerden que tienen hijos” y vengan a recogerlos; en cuyo momento quedarán a mi disposición dichos padres para una posterior y severísima sanción.
Me veo en la obligación de tomar esta triste determinación, a fin de evitar la corrupción moral que observo se va poco a poco apoderando de estos niños y que harán de ellos unos jóvenes carentes en absoluto de la más mínima dosis de convivencia social, de sentido de la responsabilidad, el amor al prójimo, de respeto hacia los mayores y lo que es peor, de su olvido de la moral cristiana que les hace volver la espalda a Dios y enfrentarse descarada y desvergonzadamente con la vida, transformando la sociedad en una verdadera jungla.
Voy a informarles seguidamente de dos casos tipo de los que he sido testigo y que me han llevado a la interior determinación, que si antes dije que era triste, ahora rectifico para aclarar que es de toda mi complacencia, porque simplemente es triste por producirse en nuestro pueblo, y es en cambio de toda mi complacencia porque quiero salvar ante Dios mi responsabilidad como alcalde al no permitir que sigan repitiendo casos que repugnan a la conciencia de cualquier persona verdaderamente formada.
He aquí el primero: Doce de la noche de un día cualquiera; un niño de 9 a 10 años vuelve la esquina de la calle Ramón y Cajal para entrar por Alonso el Sabio, junto a la puerta del bar Cuatro y Medio enciende un cigarro que en su boca parece de mayor tamaño que el propio fumador, le dejo acercarse y cuando está a mi altura le pido fuego para encender un pitillo y con toda solicitud me extiende un “amenazador Celta” que humea por los cuatro costados; mi reacción, LA REACCION LOGICA DE TODO CIUDADANO DECENTE, es una bofetada que lo lanza contra la pared y le pisoteo el cigarro.
Otro caso: Doce y cuarto de la noche del pasado día 28 de Junio; dos chavales de igual edad que el anterior se juegan con todo entusiasmo una partida de billar en un céntrico bar de nuestra población, manejando con todo esfuerzo el reglamentario y necesario taco, para lo que necesitan algo más que sus brazos; prueba de que para ellos no están hechos ni el taco, no la mesa, ni el ambiente, ni la hora.
Sirvan de ejemplo, entre otros muchos, y que cada uno medite la consecuencia lógica a que le hace de llevar el análisis de esta situación.
Exijo por tanto a los desequilibrados padres, que de esta manera se dejan dominar por los caprichos de sus hijos y en particular a esas madres que prefieren dormir a pierna suelta, libres de preocupaciones de toda índole, como si lo que dejan en la vía pública no fuera de su sangre y carne, la más fiel observancia de la conducta y los pasos de sus hijos, a fin de evitar el lamentable espectáculo de una pública sanción por tan desnaturalizado proceder.
Ruego también a todos los ciudadanos su identificación con esta medida, para conseguir que todos los hijos de nuestro pueblo aprendan a vivir una vida edificante, digna, basada en el santo temor de Dios, y que hagan del futuro de Gibraleón un pueblo verdaderamente ejemplar.
Y ordeno a todos los Agentes dependientes de mi Autoridad, la más fiel observancia de cuanto contiene este texto."
Francisco Camacho Ponce
Alcalde
Fuente: Revista Municipio de 1963