Paco Tercero,
honrado con la Medalla de Oro de Gibraleón en agosto de 2007, es uno de estos hombres
que siempre he visto trabajando, desde que lo conocí en el bar que heredó de su
padre, en la esquina de la calle Sacatapón. Entré por primera vez allá por 1976,
y tenía a Reyes como ayudante; su esposa Fali, siempre a la plancha o a la freidora, trabajando en
la cocina a la vez que su marido. En aquella época, mientras esperaba a mi
novia, solía ir al bar de Paco a leer el periódico;
siempre tenía el diario El Mundo y yo le
preguntaba que porqué no traía El País; su respuesta fue: “por el mismo
dinero, si puedo tener el mundo, porqué
conformarme solo con el país”.
Una
obviedad me bastó para saber que era un hombre de izquierdas, comprometido y de
ideas claras; la figura de Lenin, siempre presente en su bar. Mis primeras
impresiones respecto a su ideología las ha mantenido y demostrado en los años
que le he tratado.
Su
bar siempre ha gozado de buena fama, tanto en lo económico como en el buen
comer, por lo que realmente toda la
familia ha trabajado mucho. Quién no recuerda las pavías de Paco Tercero, la
sangre con tomate, el huevo con mayonesa, la hueva a la plancha, la ensalada de
pasta…y tantos otros platos con los que nos ha dado de comer durante años y
años a vecinos y foráneos.
Tiene
Paco una peculiaridad que llama la atención, que siempre usa camisa de manga
corta, tanto en invierno como en verano;
llueva, truene o estemos casi helados, el va a paso tranquilo de su casa
al bar, con los brazos cruzados, sin el más mínimo titiritar, ni síntoma de
frío.
A
Paco siempre le he conocido un buen sentido del humor, ácido, crítico pero
agudo e incisivo, sobre todo en el ámbito político. Me contaron que un cliente de Huelva, llegó al bar y le
preguntó: “¿me puedo sentar en la mesa?...Su respuesta fue: “mire usted, si
quiere se puede poner a bailar en ella”. Otra ironía que he escuchado fue en el
antiguo bar, donde tenía unas pocas
mesas, y unos clientes de Huelva, que ya
esperaban un rato, se levantó uno de
ellos a la barra y le dijo: “Oiga, ¿aquí no sirve nadie?....El le respondió:
“ni de Huelva, ni de Gibraleón, aquí no sirve nadie”.
Una
vez me contó hablando del “corre, ve y dile” clásico de los pueblos con un
ejemplo: por la mañana, a un cliente le dije en el bar. “¿sabes que a fulano le
ha tocado la lotería?...”. Por la noche ya era conversación de los que
entraban que a fulano le había tocado la
lotería, se había corrido la voz como lo hace la pólvora.
Estas
son las cosas de Paco Tercero y aunque retirado, sigue al pie del cañón, pendiente del negocio que llevan ahora sus hijos Paco y Fali.
Les
deseo unos felices años de jubilación, que bien se lo tienen merecido.